Sección Individual - Kendy Páez (Grupo 2 - Postura desfavorable)

Sección Individual para el Blog.

Grupo 2: Defiende que la normatividad como desfavorable para el ejercicio de las terapias alternativas.


La normatividad actual limita el ejercicio justo y profesional de las terapias naturales en Colombia

 

En Colombia, las terapias naturales han ido ganando reconocimiento como complemento a la medicina convencional, especialmente en comunidades donde los saberes ancestrales hacen parte esencial de la cultura y el cuidado de la salud. No obstante, a pesar de ciertos avances normativos, la legislación vigente sigue siendo insuficiente y, en muchos casos, ambigua, impidiendo su inclusión plena en el sistema de salud y limitando el ejercicio profesional de quienes las practican. Desde una perspectiva crítica y fundamentada en las políticas nacionales e internacionales, sostengo que la normatividad actual es desfavorable para el desarrollo justo, digno y seguro de estas terapias en Colombia.

 

En primer lugar, la normatividad nacional presenta vacíos importantes. La Ley 1164 de 2007, que establece las disposiciones relacionadas con el Talento Humano en Salud, incluye a los practicantes de terapias naturales bajo la categoría de saberes tradicionales, pero no define rutas claras de formación, certificación ni garantías laborales (Congreso de Colombia, 2007). Esta clasificación limita su profesionalización y deja a muchos terapeutas en una situación de informalidad, sin reconocimiento ni respaldo institucional. Según la Caracterización Ocupacional del Ministerio de Salud (2006), estas prácticas se ejercen muchas veces sin marco normativo específico, lo cual compromete tanto la calidad del servicio como la seguridad del paciente.


En segundo lugar, aunque la Ley 1438 de 2011 promueve el acceso integral a la salud y la Ley Estatutaria 1751 de 2015 consagra el derecho fundamental a la salud, ambas leyes carecen de estrategias concretas para integrar las terapias naturales dentro del sistema de salud. En la práctica, no se incluyen en los planes obligatorios de atención ni se garantiza su cobertura financiera, lo que convierte su acceso en un privilegio y no en un derecho. Esto contradice el principio de equidad que el sistema pretende defender, y deja la carga económica y la toma de decisiones completamente en manos del paciente (Congreso de Colombia, 2011; 2015).

A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha propuesto una hoja de ruta clara para la integración de las terapias tradicionales, complementarias e integrativas a través de su Estrategia 2014-2023. Esta estrategia recomienda a los Estados adoptar marcos regulatorios sólidos, fomentar la investigación científica y garantizar el respeto por los saberes ancestrales como parte integral del sistema de salud (OMS, 2013). Colombia, sin embargo, ha avanzado poco en este sentido. No existe una política pública robusta que articule estas directrices de forma efectiva, y persiste una visión fragmentada y secundaria hacia estas prácticas, a las que todavía se les otorga el carácter de “alternativas” en lugar de integrales.

 Desde una mirada sociocultural, esta normatividad también resulta excluyente. Comunidades indígenas y afrocolombianas que por generaciones han preservado el conocimiento sobre plantas medicinales, masajes terapéuticos o prácticas espirituales, ven amenazada su legitimidad profesional por la falta de reconocimiento estatal. Según Forero Rincón (2019), esta marginación no solo limita la promoción de la salud en los territorios, sino que niega la posibilidad de construir un modelo de salud intercultural verdaderamente incluyente.

 

Como futura profesional en Seguridad y Salud en el Trabajo, considero que la desarticulación de las terapias naturales en el sistema legal y de salud colombiano también afecta negativamente las posibilidades de implementar estrategias integradoras en el bienestar laboral. Las terapias naturales, como la aromaterapia, la reflexología o el uso de plantas medicinales, pueden ser herramientas valiosas para la prevención del estrés, el manejo del dolor crónico, y el mejoramiento del ambiente laboral. Sin un respaldo normativo adecuado, estas prácticas quedan relegadas y se desaprovecha su potencial para contribuir a la salud integral de los trabajadores, un enfoque que es esencial en mi campo profesional.

 En conclusión, la normatividad vigente en Colombia continúa siendo desfavorable para el ejercicio justo y profesional de las terapias naturales. Las leyes actuales no ofrecen una regulación clara ni coherente, ni garantizan su integración efectiva al sistema de salud, ni respetan plenamente los saberes culturales de las comunidades que las practican. Además, el país no ha implementado de forma adecuada las recomendaciones internacionales formuladas por la OMS. Es urgente una transformación normativa que incluya una visión intercultural, científica y humanista, capaz de garantizar derechos, fortalecer la calidad del servicio y promover el bienestar de toda la población, incluyendo desde luego los espacios laborales y comunitarios.


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